La comida es uno de los temas más delicados en la sociedad, ya que todo lo que el cuerpo humano ingiera debe tener estrictos cuidados de inocuidad para evitar enfermedades por bacterias, sucio, gérmenes o microrganismos. En tal sentido, las personas dedicadas a este negocio tienen que formarse con un buen curso de seguridad alimentaria, donde les impartan técnicas de manipulación, limpieza, equipos de protección, uso de agua potable y los riesgos asociados a una mala práctica.
Las leyes de la mayoría de los países, exigen un certificado de manipulación de alimentos a las personas que desean trabajar en el sector. Aplicando para todos los miembros de la empresa en cuestión, es decir, no solamente para los que operan directamente con el producto, puesto que la fuerte tarea del cumplimiento de las normas de higiene recae en los distintos departamentos de una organización, porque finalmente es un servicio, cuyo éxito dependerá de la calidad.
Realizar este tipo de cursos enriquece el conocimiento de los trabajadores y a su vez permite concientizarlos sobre la responsabilidad que conlleva un alimento contaminado, pudiendo tentar contra la vida de seres humanos u originar fuertes enfermedades. En tal sentido, actualmente existen muchas empresas enfocadas en la formación del personal, con bajos costes y horarios flexibles, de modo que no hallan excusas para no tener la información mínima necesaria en el tema.
Cabe destacar, que hay cursos para diferentes niveles, desde un pequeño negocio de venta de comida preparada o productos fabricados, hasta las empresas de manufactura para el consumo masivo. De esta forma, tanto los entes gubernamentales como los consumidores garantizan estar adquiriendo un alimento de calidad, que no le generará quebraderos estomacales, vómitos, cólicos o, en caso más extremo, infecciones bacterianas como una amibiasis.
Además de tener el certificado del curso de seguridad alimentaria, el negocio o empresa, deberá hacer jornadas de limpieza profunda a las máquinas, utensilios y espacios de trabajo, cambiar periódicamente los equipos de protección personal (gorros, guantes, uniformes), actualizar información y formación especializada en el tema, instalar sistemas de potabilización de agua con filtros, resinas iónicas, suavizadores u ozono.
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